Desde nuestro trabajo y nuestra perspectiva de mirar el envejecimiento como un proceso a lo largo de la vida, entendemos que la discriminación puede tener efectos a largo plazo (...) En el largo plazo incide en tener un patrimonio estable para la vejez, acceso a la vivienda, acceso a un envejecimiento saludable, al cuido, a la calidad de las pensiones, entre otros...
Daniela Bolaños
Entrevista a:
DANIELA BOLAÑOS
Por:
MARIA ALEJANDRA LACHE
Daniela Bolaños Torres es costarricense. Politóloga, con especialidad en derechos humanos. Trabaja como encargada de Incidencia Política para la organización Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos (CIPAC), Costa Rica. Es una ONG que tiene 24 años de existencia y que ha trabajado desde la promoción de derechos, la investigación y la incidencia política por los derechos de poblaciones LGBTIQ+.
Desde hace una década surgió la preocupación sobre los procesos de envejecimiento y vejez de estas poblaciones. Para responder a ello, han venido desarrollando distintos proyectos en la región de Centroamérica, donde uno de los temas fundamentales ha sido el derecho al cuidado enfocado en las realidades de las poblaciones LGBTIQ+ mayores de 50 años en sus tres dimensiones: recibir cuidados, brindar cuidados y el autocuido.
1. ¿Cuáles son los principales avances legislativos y políticos en Costa Rica alrededor del tema de envejecimiento y los cuidados?
Costa Rica ha hecho avances importantes en estos temas. Por ejemplo, fuimos de los países promotores y de los primeros en ratificar la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos de las Personas Mayores.También, tenemos iniciativas como la Estrategia Nacional de Envejecimiento Saludable, se han hecho algunas reformas e iniciativas para la protección de las personas mayores, como la ley que penaliza el abandono de la persona mayor o la Política Nacional de Cuidados, que son esfuerzos más recientes, entre otros.
Sin embargo, pese a todos estos avances jurídicos e institucionales, la toma de decisiones para garantizar procesos de envejecimiento más dignos deja mucho que desear. En particular, en el largo plazo debido al acelerado proceso de cambio de nuestra pirámide demográfica. Por ejemplo, lamentablemente el envejecimiento sigue siendo visto como algo negativo. Siguen priorizándose enfoques limitados que consideran la vejez como ausencia de salud o a las personas mayores como un grupo en riesgo. Se insisten en perspectivas que desconocen la autonomía, derechos y diversidades de la vejez.
Actualmente, no se han actualizado las normas de habilitación de centros diurnos y hogares de larga estancia; pese a que hace unos años se hicieron procesos para ello. También, la Política Nacional de Vejez y Envejecimiento venció desde el 2021. Sigue siendo aplicada pese a no tener la nueva aprobada y a las barreras producidas durante la pandemia. Tanto el gobierno anterior como el actual postergaron demasiado el proceso para desarrollarla y se ha retrasado excesivamente su aprobación.
Además, en general la disponibilidad de datos que muestren las diversidades de las personas mayores es limitada. Por ejemplo, es difícil acceder a data específica de las realidades de población mayor LGBTIQ+, afrodescendiente, indígena, entre otros. Esto es una muestra de cómo persisten en nuestro país muchos retos en cuanto avances políticos y legislativos en la materia.
2. ¿Cuáles son las principales demandas y retos que existen alrededor del tema de envejecimiento y los cuidados en Costa Rica y cómo los está afrontando el Estado?
Creo que la respuesta depende mucho de las perspectivas de cada actor social respecto del tema. Desde nuestra posición creemos que los principales retos se enfocan en temas como: acceso a pensiones y garantías sociales en la vejez, acceso a recursos estables para la vivencia de una vejez digna, fortalecimiento de las redes de apoyo para la vejez, garantía integral del derecho a los cuidados de las personas mayores, reconocimiento y garantía de los derechos sexuales como parte del envejecimiento, acceso a la vivienda digna en la vejez y garantía real y efectiva de participación de las personas mayores en la toma de decisiones.
Todos estos temas además se engloban en la demanda de priorizar el envejecimiento como un proceso inherente a los seres humanos sobre el que se deben tomar decisiones políticas y productivas preventivas e integrales, sin esperar, o sin solo enfocarlo, en la población hasta cuando cumple 60 o 65 años.
En síntesis, y en sintonía con la respuesta a la pregunta anterior, podemos afirmar que pese a que el Estado ha tomado decisiones para avanzar en el reconocimiento de derechos de las personas mayores, sus esfuerzos respecto a las temáticas que mencionamos son insuficientes o limitados.
3. ¿Cuál ha sido el rol de la sociedad civil y la comunidad en la provisión de cuidados? ¿Cuáles han sido los principales avances y cuáles los retos que tienen en la actualidad?
Es importante señalar que muchas veces el cuido recae en lo privado, sea en las familias o círculos cercanos, en instancias privadas o en terceras personas contratadas para ejercer la labor de cuido. En ese sentido, la comunidad o la sociedad civil juega un papel fundamental desde la perspectiva de reconocer la provisión de estas labores fuera del Estado, sobre todo porque la oferta de centros con apoyo estatal está saturada o no siempre es de fácil acceso.
Ello no quiere decir que igual el cuido brindado desde los círculos cercanos o desde la contratación privada (que además no es posible para todas las personas por el tema económico) no enfrente retos. Como se mencionó al inicio, un punto positivo es que, por ejemplo, se aprobó una Política Nacional de Cuidados, aunque está especialmente enfocada en cuidados desde la lógica de la dependencia. No obstante, es un avance dado que anteriormente no existía nada igual y está pensada desde el involucramiento de distintas instituciones del Estado.
También, a diferencia de algunos países de la región, los centros diurnos, hogares de larga estancia y albergues tienen ciertas regulaciones para su funcionamiento y es más fácil identificar que existan este tipo de lugares dedicados al cuido de personas mayores en Costa Rica. Por otro lado, hay algunos centros que reciben apoyo financiero de parte del Estado en todo el país.
Otro factor positivo es que hay centros de estudio que han decidido ofrecer programas técnicos para la formación de personas cuidadoras, con lo cual se abre la posibilidad de que personas que ejercen esa labor puedan profesionalizarse. Evidentemente, ello también es un reto porque hay muchas personas cuidadoras sin formación y sin posibilidad económica para estudiar, pero también es bueno resaltar que se ofrecen esas opciones y que hay personas interesadas al respecto.
Dentro de los retos, es claro que el país aún debe desarrollar una mayor capacidad para atender las necesidades de cuido de las poblaciones mayores que van en aumento. Estas capacidades, además, deben fortalecerse desde enfoques de derechos humanos, lo cual es bastante complejo cuando los cuidados son provistos sobre todo de forma privada. Resulta un desafío cambiar la visión sobre lo que implica el cuido a una persona mayor, velando por la no anulación de la identidad de la persona, por no concebir a toda persona mayor como dependiente, entre otros.
4. ¿Cuáles considera que son las principales áreas de vulneración en materia de derechos humanos de las personas mayores y sus cuidadores en su país?
Una señal de alarma es que año tras año persisten muchas denuncias de abandono y maltrato como parte de las problemáticas que enfrentan las personas mayores en el país. Este tipo de situaciones nos alerta que no solo se trata de la calidad de cuidados que se le provee a la persona mayor y del respeto a sus derechos humanos, sino también de la existencia de personas que ni siquiera están recibiendo cuidados, que terminan aisladas o en situación de calle. En algunos de esos casos, el Estado o terceros terminan asumiendo su protección en centros de ayuda o albergues, pero aún así no es el caso para todas las personas porque hay quienes terminan en total abandono.
Por otra parte, muchas personas mayores a causa de la violencia donde media el “cuido” por otras personas ven vulnerados sus derechos a la salud, a las garantías sociales, al patrimonio, a la vivienda, a la socialización, entre otros.
Las personas cuidadoras, por su parte, también enfrentan realidades complejas. No siempre reciben un reconocimiento ni adecuada remuneración por sus labores. Muchas veces el desgaste físico y emocional que genera la carga de este tipo de trabajo es poco visibilizado o atendido. Tampoco existen muchas opciones de acompañamiento para la ejecución de estas funciones. Por otro lado, el ejercicio de esta labor no está mediado por procesos sensibilización desde un enfoque de derechos humanos. En la mayoría de los casos se realiza de forma empírica en los hogares y en las instancias privadas. Incluso en los programas de formación, estas nuevas visiones no necesariamente forman parte del plan de estudios.
Otra consideración es que también hay personas cuidadoras que se ven forzadas a brindar estas funciones sin ningún tipo de apoyo. Existe una tendencia a que personas cada vez más viejas estén brindando el cuido. Esto puede constituir un problema, dado que muchas veces los mayores que brindan cuidados no tienen las condiciones adecuadas para ofrecerlos a otros mayores.
Asimismo, desde nuestra experiencia con poblaciones LGBTIQ+ hemos notado que muchas personas de este grupo se ven forzadas y hasta coaccionadas a ser quienes brinden los cuidados, especialmente a sus padres o familiares, pese a no ser aceptadas en esos círculos. En muchas ocasiones, esto sucede bajo la justificación de no haber tenido familia propia ni oportunidades de desarrollo (educación y empleo). En otras oportunidades se les pide hacerse cargo de esa labor a cambio de tener techo y comida.
Junto con lo antes dicho, puede afirmarse que la provisión de cuidados no se está adaptando al envejecimiento acelerado de nuestra población. Una población envejecida genera una mayor necesidad de cuidados y el país no se está preparando adecuadamente para ello. Las familias cada vez son más reducidas, lo cual disminuye las posibilidades de redes de apoyo en la vejez. Esto ocasionará una mayor demanda de servicios de cuido que el Estado debe proporcionar. En la actualidad ya enfrentamos muchos casos de abandono y no todas las personas mayores tienen ni tendrán la opción de pagar un centro de cuido privado o una persona que les provea el servicio.
5. Cuéntame ahora sobre el proyecto CIPAC y cuál fue la motivación para trabajar con poblaciones mayores LGBTIQ+.
La motivación surgió hace varios años por la preocupación de ver como no solo cada vez hay una tendencia acelerada a convertirnos en los próximos años en poblaciones más envejecidas, sino que no se reconocen las realidades específicas y las diversidades (en general) que vivencian las personas mayores, en particular de las poblaciones LGBTIQ+.
6. ¿Cómo surge el proyecto, a qué población va dirigido?
El proyecto es una continuación o más bien una siguiente fase de los anteriores que hemos desarrollado y refleja una evolución de acuerdo a los avances y las barreras que hemos tenido desde el trabajo regional, que para nuestra organización es fundamental. Actualmente, tenemos dos proyectos: uno que es coordinado por la organización SAGE de Estados Unidos para desarrollar en Costa Rica y El Salvador bajo nuestra sub-coordinación y otro que estamos realizando a nivel centroamericano, que comprende a países como Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá.
Nos enfocamos en hablar de poblaciones LGBTIQ+ de 50 años o más para posicionar el proceso de envejecimiento y los efectos de la discriminación en el mismo. Hay actividades del proyecto donde se espera que sean estas poblaciones las que participen y se apropien de la temática. Además, como forma de movilizar el tema también hay actividades enfocadas en organizaciones de derechos humanos y población en general para que aprendan y difundan el tema.
7. ¿Cuáles son los actores con los que se han aliado?
Hemos hecho alianzas con organizaciones de derechos humanos, especialmente LGBTIQ+, que han apoyado nuestras iniciativas. Gracias a ello actualmente tenemos la Alianza Americana por los Derechos de las Personas Mayores LGBTIQ+, que es un esfuerzo en desarrollo y ha sido posible por las distintas actividades de los proyectos. También, hemos identificado actores gubernamentales en Costa Rica, comprometidos con los derechos humanos, que nos han apoyado en procesos de incidencia política en normativas y políticas.
Además, hemos trabajado en espacios internacionales para posicionar la temática. Por ejemplo, hemos impulsado el tema en ILGALAC, que es la representación latinoamericana de ILGA WORLD, una red mundial de organizaciones LGBTIQ+. También, hemos incidido en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH – OEA) con las relatorías LGBTIQ+ y de Personas Mayores. Con nuestra participación hemos conseguido que, luego de varias acciones, parte de la información obtenida con los proyectos fue mencionada dentro del Primer Informe Sobre los Derechos de la Personas Mayores publicado este año.
8. ¿Cuál ha sido el papel del Estado como aporte a su proyecto en el país?
Realmente el aporte se da cuando logramos procesos de incidencia política y recibimos apoyo de determinados agentes estatales que validan el tema y legitiman nuestras demandas. Por ejemplo, durante el gobierno anterior pudimos ser parte de talleres para la formulación de la Política Nacional de Vejez y Envejecimiento y su Plan de Acción. Actualmente, no sabemos si con esta administración todos los insumos de esos procesos serán incluidos; pero fue un esfuerzo importante.
También, pudimos ser parte de los procesos de discusión sobre la actualización de normas de habilitación de centros diurnos y de larga estancia, que con la pandemia y el cambio de gobierno desconocemos como se le dará continuidad.
Una acción positiva donde el Estado tuvo un rol relevante, es que pudimos participar de la nueva Estrategia de Envejecimiento Saludable que reconoce a las poblaciones LGBTIQ+, y en general las sexualidades, como parte de un enfoque de curso de vida.
9. ¿Cuál es la importancia de hablar de personas mayores parte de la comunidad LGBTIQ+?
Es importante porque son generalmente poblaciones poco invisibles, con especial vulneración de sus derechos. Desde nuestro trabajo y nuestra perspectiva de mirar el envejecimiento como un proceso a lo largo de la vida, entendemos que la discriminación puede tener efectos a largo plazo. De tal manera, si una persona fue discriminada por su orientación sexual y/o su identidad y expresión de género pudo haber experimentado exclusiones, no solo desde la vivencia de sus sexualidades, sino que pudo haber sido afectado su acceso al empleo, a la educación, a la salud, entre otros. En el largo plazo incide en tener un patrimonio estable para la vejez, acceso a la vivienda, acceso a un envejecimiento saludable, al cuido, a la calidad de las pensiones, entre otros.
Una persona mayor LGBTIQ+ se puede enfrentar además la discriminación y violencia edadista, donde no se reconoce su existencia y sus realidades específicas. Consideremos que en una sociedad donde las violencias y el maltrato hacia la población mayor es común, se puede exacerbar al ser LGBTIQ+. De tal suerte, es importante hablar y trabajar por los derechos de estas poblaciones debido a la desprotección que pueden experimentar y porque es necesario entender que las poblaciones discriminadas atraviesan realidades específicas en sus procesos de envejecimiento.
10. ¿Cuáles han sido los logros y limitaciones en el trabajo con la comunidad LGBTIQ+ en los temas de envejecimiento y cuidados?
Luego de nueve años de trabajo, el mayor logro es que cada vez es más frecuente hablar sobre las problemáticas específicas que enfrenta la población mayor LGBTIQ+ y el interés entre los actores sociales al respecto ha ido creciendo. Ha sido un proceso de prueba y de error y de mucha adaptación para visibilizar el tema. Sin duda, hemos obtenido gran experiencia y aprendizajes, lo cual nos ha dado el fundamento y la confianza para hablar y posicionar la temática.
En términos de los logros hemos conseguido la generación de investigaciones y, con ello, de nuevos datos sobre esta población en los países centroamericanos. Hemos logrado tejer alianzas y generar el interés de otras personas en el tema y también nos ha permitido romper un poco con algunas barreras. Por ejemplo, al inicio trabajar directamente con la población LGBTIQ+ mayor de 50 años era bastante complejo porque había mucha resistencia y ahora son parte de procesos de vocerías y liderazgos en el tema.
En cuanto a las limitaciones, por supuesto que hablar de poblaciones LGBTIQ+ desde el envejecimiento no siempre resulta atractivo. Esta temática implica el combate a perspectivas edadistas y LGBTIQ+ fóbicas, que están bastante arraigadas en nuestras sociedades. Hay que agregarle la particularidad que en nuestros contextos políticos centroamericanos experimentamos amenazas constantes desde los conservadurismos. Eso hace que la incidencia política, la promoción de derechos humanos y la investigación no sea sencilla, ya que los espacios son limitados. Por otra parte, dentro de las mismas organizaciones y colectivos LGBTIQ + el tema del envejecimiento no es una prioridad, por lo que hacer visible su importancia ha sido todo un reto.
11. ¿Cuáles son las recomendaciones que pueden dar a otros países y organizaciones que quieran trabajar el cuidado de personas mayores parte de la comunidad LGBTIQ+?
Es importante informarse sobre la data y normativa general que existe en los países sobre el tema de cuidado (y otros) de la persona mayor y sobre los derechos reconocidos a las poblaciones LGBTIQ+ en cada país. Ello, para tener una base de contexto que es importante para emprender acciones.
Además, es necesario identificar actores clave en el tema y fortalecer las alianzas para comenzar a posicionar la temática. La incidencia no se logra de la noche a la mañana y no puede ser un camino en solitario. Es necesario trabajar en conjunto para fortalecer el trabajo. Para ello también es importante aprender de experiencias de otras organizaciones que han trabajado el tema y generar diálogos al respecto.
Otro elemento es que es clave es que se haga un análisis de cómo se perciben e incluyen a las personas mayores LGBTIQ+. Es sumamente importante repensar cuáles son los mitos y estereotipos alrededor de las personas mayores y de las poblaciones LGBTIQ+, por ejemplo, como les percibimos, como les reconocemos y como les incluimos. Ello para empezar a erradicar concepciones excluyentes, lo cual es fundamental.
Este tema es bastante complejo, pero si nos importan los derechos de las poblaciones LGBTIQ+ en su envejecimiento y sus vivencias en el proceso no puede ser algo que se limite al trabajo de unas pocas personas. En ese sentido, debido a nuestros contextos, es importante recalcar que la defensa de derechos humanos constantemente está amenazada. De tal forma que en ese trabajo en conjunto es necesario reforzar los diálogos y las acciones respecto a la seguridad de quienes defienden y son parte de poblaciones discriminadas.