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Breve petición: Pan y esperanza

Teresa Díaz Canals

Por: Teresa Díaz Canals


Convivir es compartir el pan y la esperanza

María Zambrano


En 1886 José Martí, en cartas al Director de La Nación, escribió algunas ideas que hoy asumo para esta breve, pero insondable petición, las cuales apunto a continuación:

 

  • El buen vivir y el ligero pensar son cosa grata y cómoda; pero no bastan a espantar los problemas de los tiempos…

  • Todo aquel que no mira tanto por el derecho ajeno como por el propio, merece perder el propio.

  • Conocer un problema es ya más de la mitad de su resolución.

  • …el respeto a los demás, que pierden casi siempre los hombres acostumbrados a mandar […] es la mejor y verdadera medida de la grandeza del alma.


Dos ancianas de la ciudad de Villa Clara aparecieron en las redes y causaron cierto revuelo. La extrema precariedad de sus vidas en la actualidad, fue divulgada por algunos activistas sociales. Algunos expertos en ciencias sociales afirman que exponer a las víctimas para denunciar un problema social es revictimizarlas. ¿Pero cómo, en este caso, puede resolverse la situación que presentan  si se desconoce su existencia? Ante la inercia y la insensibilidad estatal, con el objetivo de comenzar a aliviar el entorno tan complejo en el que viven, sin cocina, sin refrigerador, carentes de cualquier ropa decente, necesitadas de sábanas, de alimentos, es que fueron expuestas al público de Internet.

 

   Las imágenes hablan por sí mismas, producen desasosiego, impotencia y, a la vez, provocan deseos de hacer algo. ¿Cuántas personas en Cuba viven en las mismas circunstancias que esas dos adultas mayores? Muchas. Se necesita una movilización superior, un suministro coordinado y sistemático de financiamiento para que el apoyo material alcance a aquellos seres humanos que en su tiempo de juventud aportaron también a la sociedad. La sociedad civil, reflejada en las iglesias, negocios privados y otros activistas sociales hoy aportan con lo que pueden, independientemente de sus limitaciones y prohibiciones.

 

   Encogida en el butacón de la sala de mi casa, espero el acontecimiento. En silencio hago una súplica a Dios, pues  cualquier sistema que no se ocupe de la educación de sus niños, de la justa remuneración de sus trabajadores y de la dignidad de sus ancianos: hay que volcarlo de raíz.





*Publicado originalmente aquí




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