Por Gleyvis Coro Montanet
Por los perfiles de quienes
nacimos ayer desfilan
-y pululan y titilan-
viejitos matusalenes.
Está nevando en las sienes
ahogadas por un dilema
en donde el único tema
libre es la libre caída
en el pozo de un sistema
que estruja la piel, la vida.
Está nevando en mis sienes,
a la par y en ambos flancos.
Y en los perfiles de quienes
nacimos ayer hay blancos
viejitos matusalenes.
La arruga, la contractura,
la fisura, la fractura
conducen al extravío
y a la vejez prematura
que está moliendo lo mío.
Ningún filtro disimula
ese horror, esa congoja
que va de la cuerda floja
a la cuerda que estrangula.
Y en ese horror que pendula,
que languidece y oscila
-que pulula, que titila-
se muda la paradoja
de aquella vejez tranquila
por un estrés que deshoja,
que desguaza, que aniquila.
Mi juventud tuvo dosis excesivas de vejez.
De ahí que mi madurez
tenga artritis, tenga artrosis.
Merecemos la apoteosis
de un futuro sin condena,
sin padecer la gangrena
de un líder sobre nosotros.
Sin unos detrás de otros
cargando la misma pena.
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