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  • Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira

Para Carmelo en su 90 cumpleaños

La Habana, su Habana, …, y siempre


Es un gran gusto conocer el arribo a los 90 años de Carmelo Mesa-Lago, nuestro Carmelo. Honrarlo en una fecha así, no sólo le rinde tributo merecidamente, sino que también nos honra a todos los cubanos, y es la mejor y merecida retribución para Carmelo, que nos ha regalado el privilegio de habernos hecho copartícipes de su vida, y beneficiarios de su calidad humana.

 

Es un honor para mí escribir algunas palabras para él en este momento de nuestras vidas. Es una encomienda, además de bella, dado que se trata, en pocas palabras, de abarcar toda la envergadura y significación de una inconmensurable obra humana, científica e intelectual que ha marcado una huella indeleble en los estudios económicos, de seguridad social, protección social y asuntos laborales, así como de población, tanto en Cuba, como en la región latinoamericana.

 

Es que su pensamiento, en toda su magnitud, ha estado siempre al servicio del enriquecimiento y la renovación del saber y perennemente impulsada por una continua e insaciable exploración de nuevas fronteras cognoscitivas en el campo de los estudios de económicos, sociales y de población, pero, sobre todo, más que todo, en el campo de los estudios sobre Cuba, su amada Cuba, la que nunca él abandonó. Igualmente nos regala un verdadero ejemplo del espíritu enciclopedista que se transparenta en cada nueva obra. Y ello es una lección para todos, pues pone en evidencia la utilidad de la virtud de la transdisciplinariedad que siempre se percibe en todos aquellos considerados como constructores de nuevos sistemas de conocimientos. Y es en este sentido que puede ser considerado un pensador, un polígrafo, en toda la extensión de lo que ello significa.

 

Para los estudios de la población de Cuba, mirados de conjunto si es que fuera posible, Carmelo nos ha regalado la invaluable joya de una obra que constituye, además, pieza única y extraordinaria en su carácter de integración del saber de los más diversos campos del conocimiento. Desde la filosofía, y pasando por la matemática, la lógica, la econometría, el análisis de datos, la estadística, la metodología de la investigación y la demografía, y nos ofrece su particular del contexto socio-económico actual, que en el caso cubano ya empieza a ser conceptualizado como de policrisis, en un singular ejercicio crítico sobre el desarrollo del pensamiento en cuanto al estudio del ser humano y la sociedad. Pocas veces tenemos la oportunidad de disfrutar tamaña ciencia.

 

Y no podría ser menos. Carmelo durante años nos acostumbró a su excelencia humana, académica y científica. También a su brillantez como pedagogo, que ha sido medular para la formación de profesionales en el campo de los estudios económicos, del trabajo, de la seguridad social y de población en Cuba y América Latina. No pocos somos el producto de ello, aunque muchos tuvimos que luchar denodadamente para poder conocerlo. Así, somos los afortunados beneficiarios de su obra docente. No sólo por lo que nos ha dejado como bibliografía, sino por la exquisita experiencia que ha significado presenciar sus disertaciones, su magisterio. Nunca seremos capaces de aquilatar a plenitud el significado de haber estado allí, donde Carmelo iluminaba, lo que también nos obliga "en pago, a contribuir a la educación de los demás". Esa es la única y justa recompensa que él espera.

 

Estimo que su obra es de un inestimable valor académico, científico y social. No se me escapa que es, sin lugar a dudas, de un inequívoco impacto para toda nuestra Nación y una rica fuente para el rediseño que nuestra realidad exige. No se trata sólo de un pensamiento y una obra restringidos al reducido espacio del campo las ciencias en que abunda, sino que obliga a nuestras Universidades a adoptar una estrategia para su difusión en nuestras sociedades. Es de obligada consulta no sólo para los estudiosos en esos campos del conocimiento sino para todos los que de una forma u otra tienen que ver con el desarrollo social y la formación de los nuevos profesionales y cientistas que Cuba hoy necesita.

 

Nos ha dejado como legado la enseñanza de que la investigación social es también una aventura y, como tal, sabiendo que la ciencia es un arte dedicado encontrar respuestas, debemos acercarnos a su obra con la delicadeza con que lo hacemos a un lienzo, una partitura, un códice maya. Tal es su valor. Y necesita ser leída. Pues aquello que no es leído no es más que un conjunto de símbolos inertes. Es nuestra responsabilidad darla a conocer y, con él, fertilizar la memoria colectiva de nuestro pueblo, de nuestras naciones, pues sólo en la imperiosidad de su lectura radica su inconmensurable pertinencia.

 

Reciba Carmelo, sin atisbo de duda, el testimonio de mi más elevada consideración y todo mi cariño.

 

 

 

Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira

Profesor-Investigador

Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo - Cuba

La Habana, Cuba

11 de agosto de 2024





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