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28 de noviembre de 2024

NOTA DE PRENSA N° 19

Jubilados en Cuba: la realidad tras una vida dedicada al trabajo

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Con la Ley No.105/2008 de Seguridad Social y el Decreto No. 283/2009 - “Reglamento de la Ley de Seguridad Social”, se dio inicio a la reforma al sistema de seguridad social cubano, respondiendo con ello a los desafíos de una sociedad con un acelerado envejecimiento demográfico. Para hacer frente especialmente al impacto del envejecimiento en el costo de las pensiones, la nueva ley propuso lo siguiente: un aumento gradual de la edad de retiro para llegar, a 60 años para la mujer y 65 para el hombre; en un lapsus de siete años; cotizaciones obligatorias del trabajador (más allá de los empleados que trabajan en empresas estatales bajo el régimen de perfeccionamiento) y un aumento en la pensión nominal.

La reforma consideraba además de cambios en las pensiones y jubilaciones, otras medidas en la línea de generar mayores niveles de bienestar y seguridad para las personas mayores, como, por ejemplo, seguridad en el empleo y en el ingreso, protección y salud en el trabajo, seguridad en la formación profesional, seguridad en la nutrición, la actividad física, el desarrollo individual y la participación social. Desde entonces y a la fecha, las múltiples crisis que se han sucedido la sociedad cubana junto con un conjunto de dinámicas demográficas que han acelerado el envejecimiento demográfico, plantean serios desafíos a la sostenibilidad del sistema de pensiones. Ya en el 2015, uno de los expertos más reconocidos en la región sobre el tema consideraba insuficientes los cambios propuestos para asegurar la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones, a pesar de que se proponían contener los gastos e incrementar los ingresos (Mesa-Lago, 2015).  

El valor de las pensiones se calcula sobre un salario promedio de los últimos cinco años de sueldo del trabajador. Además, para obtener una pensión completa, los trabajadores deben haber contribuido al sistema durante al menos 30 años. Existe una pensión mínima garantizada para quienes no alcanzan el tiempo completo de contribución, aunque su valor es menor. Las pensiones mínimas, aunque varían en dependencia del sector económico para el cual se labore, están fijadas en 1528 pesos cubanos y más de la mitad de los pensionados cobra el mínimo de las pensiones.

En el contexto económico actual, especialmente con posterioridad a la llamada Tarea Ordenamiento, los jubilados se han constituido en una población muy vulnerable dentro de la isla, con un alto nivel de inseguridad económica. Especialmente quienes viven exclusivamente de su pensión o salario, que son más del 80%, teniendo en cuenta que el valor real de las pensiones es inferior al valor de la canasta de bienes y servicios. El proceso inflacionario que no se detiene dificulta cada vez más el acceso a alimentos y medicinas, dos ámbitos indispensables en la calidad de vida de una persona mayor pero que han experimentado un déficit y encarecimiento acelerados.

Pero más allá de analizar estas variables objetivas, quisiera reflexionar sobre otra realidad que viven los jubilados y que muchas veces pasa inadvertida. Hablo del plano sentimental, de los cambios que se producen en sus dinámicas de vida. De los procesos de soledad que enfrentan en esta nueva etapa e incluso de la decepción que sienten tras una vida dedicada al trabajo. 

Es el caso de Jorge, que tras una vida trabajando para el mismo sector de la producción siente que una vez se jubiló en su antiguo centro de trabajo ni se acuerdan de él. Cuando él estaba en funciones tal parecía que era imprescindible su presencia allí. Nada podía funcionar si él no estaba presente. ¿A cuántos momentos familiares renunció porque no podía faltar al trabajo? ¿Cuántos inicios de curso de sus hijos y luego de sus nietos se ausentó porque en la fábrica sin él no marchaban las cosas? ¿Cuántas veces se sacrificó haciendo horas extras para encontrar una solución ante un problema y que no se detuviera la producción? Salir de la depresión que este proceso le ha generado parece un camino muy largo.

Martha nunca trabajó. Bueno, Martha se ha pasado la vida trabajando, pero en su casa, haciendo todos los deberes, sin parar ni sábados ni domingos. Obviamente su actividad no ha sido remunerada, más allá del agradecimiento de su familia. Aún hoy con 63 años cuida de su mamá encamada. A su hogar solo entra el salario de su hijo que trabaja de almacenero en un restaurante privado. Gracias a eso pueden comprar los culeros y medicamentos que necesitan más allá de lo básico del día a día.

También está Luis, que lleva cinco años jubilado y se ha reincorporado a trabajar porque la pensión no le alcanza. Él y su esposa están solos y aunque su hijo trata de ayudarlos, no es mucho lo que puede hacer. Ellos no tienen familia cercana en el exterior y aunque muy de vez en cuando un amigo les envía algún paquetico con algo de comida o café, subsistir con una chequera es imposible en la Cuba que viven.

María aún no se ha jubilado, ya tiene la cantidad de años para jubilarse, pero no llega a la edad del retiro. Comenzó a trabajar desde muy joven. Durante 30 años para la misma institución. Entregada a su trabajo sin horarios, dispuesta a asumir las tareas que le fueran asignadas, siendo una trabajadora destacada año tras año. María ha enfermado y la tuvieron que someter a un proceso quirúrgico. Durante su estadía en el hospital y posterior recuperación en casa, sus jefes no le han llamado. Tras un mes operada recibió una llamada para preguntarle cuando se incorporaría y si ya puede asumir funciones desde casa. Sus hijos le han pedido a María que no regrese al trabajo. A pesar de las inseguridades que le genera la decisión y con la garantía de que dos de sus hijos en el exterior le ayudarán económicamente, decide dejar su trabajo. Tras tantos años de trabajo se siente triste por tanto entregado y tan poco recibido. Siente que la ingratitud le afecta considerablemente no solo a ella; otros compañeros de trabajo han pasado lo mismo.

¿Cuántos Jorge, Luis, Martha, María y muchos más nombres hoy tienen historias parecidas? ¿Cuántas historias sin contar? ¿Hay instituciones que se ocupan de sus jubilados a través de los sindicatos? Probablemente las haya, aunque no son la mayoría. El retiro de la vida laboral genera un conjunto de impacto en la vida de las personas. Se inicia una nueva etapa para que por lo general no se suele estar preparado, menos en Cuba, donde las urgencias cotidianas y la crisis permanente complican idear y sostener cualquier plan de jubilación.

En muchos casos, se superponen sentimientos, se producen insatisfacciones y desencantos, tanto materiales como emocionales, en las personas mayores cuando se jubilan. Los centros laborales a los que les dedicaron sus mejores años y esfuerzos, los sindicatos y los programas de seguridad social deberían contribuir a que esta realidad sea diferente. Promover políticas de atención y protección a los jubilados, a las personas mayores de 60 años que permanecen activas laboralmente y ser empáticos con esos que han entregado tanto, debieran ser premisas de sindicatos, centros de trabajo y programas de seguridad social.

Por: Claudia Bernal

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