Una mezcla de sentimientos encontrados
Entrevista a Alida Durán Capote
Por: Teresa Díaz Canals
Mi experiencia como cuidadora fue bien dura y, al mismo tiempo, reconfortante. Una mezcla de sentimientos encontrados. Cuidé a mis padres estando enferma y siendo el único sostén de mi casa con mi hija. Fui peritada hace más o menos 20 años por presentar múltiples hernias abdominales resultados de más de siete operaciones. Era madre soltera de una niña que actualmente tiene 22 años y gracias a su apoyo incondicional pude enfrentar mejor toda esta adversidad.
Desde el 2015, mi padre comenzó a tener episodios de agresividad y pequeñas lagunas mentales. Lo llevé a un neurólogo y le mandaron un TAC, que revela que estaba en las primeras etapas del Alzheimer. A partir de ese momento, entre mi madre, mi hija y yo comenzamos a lidiar con su enfermedad. Al paso de los años, empeoraba su condición, con agresiones diarias y se hizo más difícil la convivencia. Mi madre no aceptaba la enfermedad de él. En enero del 2020 mi madre fallece repentinamente y quedamos mi hija y yo al cuidado total de mi padre. Entonces mi hija estudiaba y eran las 24 horas lidiando con él. Todo se empeoró con la pandemia.
Él siempre fue una persona muy activa y voluntariosa y con la enfermedad se acentuaron más estos rasgos. Se encaramaba en todos los lugares (mesa, meseta, cama, muebles), brincaba cercas y techos para irse para la calle. Tuve q esconder todo lo que pudiera servirle de arma para evitar daños mayores. Nos tiraba todo lo que estuviera a su alcance, fueran ventiladores, cepillos, vasos, incluso estando medicado.
A esta compleja situación, súmale la difícil situación económica y la carencia de los productos de primera necesidad. No contaba con el apoyo financiero de sus dos hijos ni tampoco emocional. Por el contrario, sufrimos de violencia tanto doméstica, de género y física, incluso hacia su propio padre. En varias ocasiones lo agredieron y lo maltrataban verbalmente, al punto que tuve q recurrir a las autoridades y fue el inicio de otra gran batalla.
Sintiéndome desamparada y vulnerable acudo a una trabajadora social solicitando ayuda por mi situación. Con mi chequera de 1528 pesos y la subida de los precios no podía mantener a mi hija que estaba estudiando en la universidad. Al cabo de los 6 meses me brindan una ayuda inicial de 500 pesos y luego lo subieron a mil por asistencia social. Mi enfermedad también avanzó, además de tener una cardiopatía, sentía como que ya no podía con la situación y comencé a deprimirme. Me sentía muy triste, insegura, cansada. Era un cansancio extremo y debía operarme de un forúnculo en la espalda. No podía continuar esperando pues se había reventado. Me operan el 11 de octubre 2022 y recurro nuevamente a la trabajadora Social y se me asigna una cuidadora. Yo tenía q buscarla diariamente. Duró solo 3 meses porque yo estaba lidiando con dos enfermos mentales. El salario que recibía no era suficiente para todo lo que debía hacer. Entonces continué con mis cuidados hasta el final de sus días.
En busca de alternativas y ayudas psicológicas, pasé el curso de medicina holística. Pero con la pandemia se desintegró. Algunas técnicas de meditación me ayudaron a desestresarme, pero no fue hasta q conocí el arte de vivir donde los resultados fueron más evidentes. En cursos que fui pasando conocí la técnica de respiración sudarshan kriya y algunas prácticas de yoga que comencé a practicar a diario. En estos últimos dos años mi salud tanto física como mental mejoró en un 90%. He podido lidiar con mis miedos, angustias, inseguridades, soledades y así he podido seguir cuidando a a mi padre con mucho amor y, sobre todo, perdón. De esa manera he podido darle una mayor calidad de vida.
Llegué al proyecto Palomas a través de la salida de mi hija del país y la instructora Raisa, la cual me recomienda el grupo porque estaba sola con el cuidado de mi padre. Para entonces le habían descubierto un cáncer de próstata y me lo habían mandado a morir a la casa. Todo se había tornado más difícil, pues necesitaba medicamentos y algunos insumos y, por si fuera poco, ya me habían retirado la ayuda por la asistencia social pues era por mi hija. Desde el punto de vista psicológico me había afectado la partida de ella que era mi brazo derecho.
Cuando llegué al grupo y comencé a interactuar me proponen la posibilidad de brindarles mi ayuda y apoyo como administradora del mismo. Me sentí apoyada viendo todo lo que se podía hacer por este grupo de personas tan invisible para la sociedad. Muchas de ellas están ahí llenas de miedos, angustias, soledades, haciendo la mayor de las proezas que pueda hacer un ser humano por su familiar querido. Muchas historias de vidas de esas personitas que día a día estaban asumiendo ese hermoso rol con sus hijos, padres, hermanos durante muchísimos años y aún seguían en su batallar.
Gracias al proyecto Palomas, que no pudiera existir sin Lissette Vila y Sergio Cabrera, el coordinador y a nuestro maravilloso grupo de administradores, he podido aportar mi pequeño granito de arena a esa tan humana labor. Siento que me he convertido en una mejor persona por su apoyo incondicional en los días de oscuridad. Ellos estuvieron ahí para brindarme un poco de luz. Ya mi padre falleció y aún continúo apoyando a todas esas personas que, como yo, dimos lo máximo y con gran resiliencia continuamos con nuestras vidas.
Gracias a Palomas por todo lo q nos enseñan, tanto en el cuidado hacia los enfermos como a nosotros mismos. La orientación que brindan nos hace sentir que existimos y que somos personas con sueños, proyectos de vida y necesidades, tanto económicas como psicológicas. Especialmente en este país donde cada año aumentan los índices de envejecimiento poblacional y, en muchos casos, la familia se desintegra por la falta de apoyo y el no asumir la responsabilidad que les toca a cada integrante de la familia. Al final, toda la responsabilidad recae sobre una sola persona y las leyes están ahí, pero no son cumplidas. Existen muchas lagunas para poder proteger y apoyar a este sector tan vulnerable de nuestra sociedad.
Ojalá pudiera ayudar a concientizar a todos los organismos e instituciones que de una forma u otra pudieran ayudar a estas personas. Espero que este testimonio le sirva de ayuda a muchos que como yo aún continúan en esta noble acción. Deseo que puedan tener una vida digna, tanto los cuidadores como los enfermos y que sigan existiendo proyectos sociales como Palomas que puedan continuar dándole voz y luz a quienes cuidan a sus familiares y no cuentan con apoyos.