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Las personas mayores y sus experiencias sobre manejo de redes sociales: relatos y vivencias
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RELATOS Y VIVENCIAS

Por Claudia Bernal

Bárbara Domínguez.

Bárbara tiene 50 años. No llega a la tercera edad aún, pero se integra y se siente feliz en medio de los demás participantes del curso sobre manejo de redes sociales que ofrece el centro Loyola Reina. Graduada de arquitectura, le apasiona el diseño y ha descubierto a través de las redes sociales todo un mundo de comunicaciones y de información. Desde que tuvo acceso a un teléfono, lo primero que hizo fue usar Facebook para poder comunicarse con sus compañeros de estudio, hacía muchos años que no establecían contacto, y así fueron apareciendo no solo los de la universidad, también los del preuniversitario. Algunos estaban aquí en el país, pero la mayoría no. Y gracias a esa conexión retomaron el vínculo. “Mantengo el vínculo y me ha salvado la vida el vínculo. No le puedo decir otra cosa porque yo no tengo ni familia. Fíjese. Para que tenga idea de la importancia que tiene eso para mí”. Narra visiblemente emocionada y agradecida de esta oportunidad que le brinda el uso de las TICs.

Ella ha participado en varios cursos que se organizan en el Centro Loyola Reina sobre manejo de tecnologías de la información. No tenía ni idea de cómo utilizar las pasarelas de pago, pero con lo poquito que fue aprendiendo por su cuenta, más lo que aprendió en los cursos, ya siente que se maneja bien.

Así va descubriendo por su cuenta y con ayuda del profesor cómo usar la tecnología a su favor y en el caso de las redes también. Para llenarla de satisfacción ha descubierto Pinterest, ahí puede pasar mucho tiempo. Aunque consume bastante tiempo de conexión la aplicación, a través de ella encuentra mil ideas y proyectos que le encantaría poder llevar a cabo en su profesión. Usa WhatsApp porque es lo que usa la mayoría, pero prefiere Telegram; tiene canales muy diversos y aprende más. En Instagram se va adentrando de a poco, la usan mucho los emprendimientos y ella está trabajando con este sector, lo que la hace imponerse el reto de aprender a manejar esta red más usada por el público juvenil. YouTube es un bombardeo de información para Bárbara, si no sabe algo, ahí lo aprende, le soluciona todos los problemas y dudas. Es así como va conociendo, utilizando, aprendiendo a manejarse y sacarle provecho a las redes sociales. La comunidad virtual con la que ha retomado el vínculo, el acceso a información y los deseos de emprender sueños que ha descubierto le han cambiado la vida.

Virginia.

Virginia tiene 78 años y vive con su hijo. Hace unos cinco años que comenzó a usar las redes sociales. Comenzó por Facebook, para mirar, entretenerse y ver todo lo que iba saliendo y que era de su interés.  Lo que nunca imaginó fue que a través de esa red social lograría reestablecer comunicación con una amiga, una gran amiga de cuando estaba becada en La Habana en el año 1964. Habían vivido juntas y eran casi como hermanas. Pero después, su amiga emigró a Estados Unidos y perdieron la conexión. Por aquellos años era muy difícil comunicarse con los que se iban, alguna carta que demoraba en llegar, la mayoría llegaban abiertas y las llamadas eran muy escasas y cortas.

Virginia no perdió nunca la esperanza de volver a establecer contacto, pero por mucho que lo intentó, no la encontró. Y un buen día, una hermana que vivía en Santa Clara le dijo: “Aquí hay una que se llama Emma que te estaba buscando. Y yo le dije no, estoy peleada con ella, no quiero saber de ella”, a modo de broma. Así, pasó el tiempo y empezó a escribirle, y es la mejor amiga que tiene todavía. Agradece la amistad y poder, a pesar de los años, unirse a través de esta vía tan novedosa para las personas mayores.

También agradece que, aunque no lo esperaba, su amiga que sabe la situación económica que pasan los jubilados en Cuba por las bajas pensiones, la ayuda siempre con alguna recarga y dinerito. Pero no solo de su amiga que vive en Houston recibe ayuda. Sus vecinitos son los que desde un inicio han dedicado el tiempo a enseñarle a trabajar con el teléfono y las distintas aplicaciones. Quiso abrir un grupo de WhatsApp y ellos la ayudaron, cuando tiene alguna duda les pregunta y casi siempre hacen el tiempo para resolver los contratiempos que le aparecen por no saber manejarse del todo bien. También deja alguna duda para que le aclare el profesor del curso de manejo de redes sociales. Ahora él se ha empeñado en enseñarles Instagram. Siente que para lo que ella quiere las redes hasta ahora no había sentido la necesidad de usarla, pero siempre viene bien aprender una más.

Virginia ya casi no enciende el televisor, sus ratos de ocio los pasa entretenida navegando por las redes sociales. Aún no entiende cómo surgen soluciones para cosas que le preocupan como arreglar el palo de la escoba. De la nada en Ideas en 5 minutos le dan la solución. Eso sí, aclara que no tiene adicción, que cuando hay que apagar, apaga. Que no solo lo usa para eso, tiene libros en el teléfono, leer es de sus hobbies favoritos. Ver videítos en YouTube sobre animales, perros, gatos, como interactúan con bebés, la llenan de alegría y ternura. En Facebook disfruta las fotos de la Habana que pone un amigo arquitecto que vive en el malecón y siempre está retratando. Tiene siempre algo interesante que hablarle de los edificios capitalinos.

Gracias a esas recarguitas que recibe de vez en cuando y sus esfuerzos ha tenido acceso a un mundo digital que antes era desconocido y que aún hoy se hace inaccesible para muchas personas mayores debido a los precios de conexión a internet y el alto costo de los equipos. Si algo sabe Virginia es que va a aprovechar al máximo los cursos de Loyola. Nada más se enteró se inscribió y en septiembre regresa sin dudas al curso regular. Le ha sido de provecho. Y como bien dice: “Hay que estar en actividad”.

 

Pablo Rolando.

Pablo Rolando se conserva muy bien, pero reconoce que está pegado a los 80. Con 79 años ha cursado el intensivo sobre Manejo de Redes sociales que ofrece el Centro Loyola Reina. Hace 4 años aproximadamente se adentró en el mundo de las redes sociales incursionando en WhatsApp. Era la vía para comunicarse con su hijo que reside en los Estados Unidos y con otros miembros de la familia. Incluso para comunicarse con su hija que vive en Cuba le resulta mejor por esa vía porque suele ser más económica.

Utiliza Facebook lite; que ahorra datos, Google y la Wikipedia para buscar información. En YouTube le encanta ver cómo se ha ido adecuando la aplicación a sus gustos y necesidades. Disfruta muchísimo la música y para ello usa YouTube combinado con Vidmate, una app para descarga de videos y archivos musicales. Cada vez que quiere grabar algo va a YouTube, si tiene otros campos ni lo sabe, pero con esa aplicación logra descargar todo lo que le interesa conservar de música de YouTube. Justo en este punto me plantea que las últimas veces ha pasado algo de trabajo para descargar; la última actualización que tiene no le está grabando audio: “¿Será que ahora cambió el sistema? Un disco de Rafael que es una maravilla, que tiene todos los éxitos de él, quise grabarlo y que se quedara y no hay forma. No sé si quien hizo eso, buscó la forma de que no se pueda grabar. Tengo que preguntarle al profe a ver. Y vuelve aquí lo recurrente en los entrevistados para esta serie, la posibilidad de recurrir a su profesor para que les aclare aquello que se sale de sus manos en cuanto al conocimiento de redes sociales y manejo de tecnologías.

De Pablo Rolando que en estos momentos vive solo, bien pudiéramos pensar que dedica todo su tiempo libre al teléfono, pero en la conversación que sostenemos deja ver que le dedica una o dos horas al día cuando más. Tiene muchas cosas en las que ocuparse y no tiene tiempo para eso. Sabe bien que las redes generan “vicio” y no quiere caer en ello. Es fan del futbol de Argentina y del club del Barcelona, no se pierde un mundial. Ahora a través de Facebook recibe notificaciones y sugerencias para seguir ese tipo de contenidos. Si no pone límites puede estar el día entero pegado a la pantalla y eso no se lo puede permitir. Poco a poco, él solo y ahora con la ayuda del profe de Loyola se va familiarizando con la tecnología, aunque reconoce que nunca ha publicado nada en sus redes. Es este el gol que se propone disparar a portería en el juego de las redes sociales.

 

Armando.

Llega el profe Armando al aula donde estamos realizando las entrevistas. Aún no termino con la otra persona, pero le invito a tomar asiento y va escuchando. Al profe lo conocí hace unos días atrás. A sus 63 años quiere seguir poniendo sus conocimientos al servicio de los demás, quiere ocupar su tiempo haciendo lo que mejor sabe hacer: enseñar.

Es informático y estoy segura, aunque no lo hablamos, que en sus tiempos esta carrera no existía, por lo cual lo ha ido estudiando de manera empírica y superándose a través de cursos que ha ido tomando a través de los años. Es su profesión lo que le ha permitido familiarizarse con el mundo de las tecnologías y las redes sociales con más facilidad que para muchos adultos mayores. Las redes sociales las usa frecuentemente desde que tuvo la posibilidad real y objetiva de tener un teléfono propio con acceso a internet hace tres años aproximadamente. Le brindan la oportunidad de comunicarse y acceder a la información, investigar, superarse y mantenerse al día en los temas que ha impartido como profesor.

El profe Armando vive con su familia y aunque le dedica tiempo a las redes, también lo hace para conversar e interactuar con los demás miembros de la familia con los que convive. Utiliza muchas de las redes sociales que se conocen en Cuba, pero Facebook, WhatsApp e Instagram, en ese orden, son las que prefiere. Bien sabe que para poder mantenerse actualizado y al frente de un aula necesita dominar e ir de acuerdo a los tiempos que corren, aunque también sabe que lleva ventaja.

 

Amarilis.

Llega sonriendo con una alegría que contagia y ya sé lo agradable que será nuestra conversación. Amarilis siente Loyola como su casa. Participa del curso regular que ofrece el Centro. Tiene 70 años, se jubiló al principio de la COVID y comenzó a ir a la Quinta de los Molinos que ahí también recibía clases del adulto mayor, pero prefiere las que recibe acá. Comenzó su primer curso el año pasado y fue maravilloso. “Esto es lo mejor que me ha sucedido en la vida. Una de las cosas mejores que me ha sucedido en la vida”. Siente que el profesor es muy entusiasta, él sabe llegar a todos. El aula tiene 30 y tantos de alumnos. Excepto dos o tres, todos con teléfono en mano y cada teléfono es distinto y eso no es limitante para él. Tiene tanta pedagogía que hace llegar en cada teléfono como pueden utilizar las clases de redes sociales que imparte cada uno de sus alumnos.

Y siente que es una maravilla, porque sabe de otros adultos mayores que no corren su suerte: “A veces en la casa hay personas que por ejemplo, yo no tengo ese caso, pero sí oigo mi compañera que dice yo tengo un teléfono, pero no puedo utilizarlo porque lo tiene mi nieto y él dice que yo no puedo aprender”. Tristemente sabe que es una situación recurrente e interpela a su amiga preguntando “¿Cómo que tú no puedes aprender?” Siente que las limitan si se dejan y la invita a incorporarse a los cursos a los que ella acude: “Si tú te incorporas a aprender nadie te puede limitar porque a cualquier edad puedes aprender”.

Es real que a la hora de usar las nuevas tecnologías muchas personas sienten miedo de romper el equipo que como bien dice “mucho les ha costado tener” y con el temor de “meter mal el dedo” y perderlo todo, son muchos los adultos mayores que se autolimitan. Si a ello se le suman frases negativas provenientes de otras generaciones que confirman y afianzan esos temores, claramente no van a querer ni tocar el pequeño dispositivo.

Actualmente Amarilis vive sola y utiliza WhatsApp para comunicarse con su hijo que vive fuera de Cuba. También ha encontrado amigos con los que estudió hace años y por las redes sociales ha reestablecido el contacto. Informaciones necesarias sobre como aliviar la artrosis o como preparar aceite de coco las encuentra fácilmente gracias a lo aprendido sobre manejarse en las redes sociales. Y si por casualidad tiene alguna duda le pide a su hijo que le explique, pero despacito y anotando todo para poder hacerlo cuando no esté para aclararle, aunque los jóvenes siempre anden apurados el ritmo que ella marca necesita de esas anotaciones. Ella sabe que su ritmo, aunque diferente, vale también y concluye: “Estoy viva y mientras lo esté, siempre puedo aprender”.

 

Julia 77

Si me preguntan sobre signos zodiacales y astrología no sé casi nada. Quizás por eso conocí a Julia. A sus 77 años me dice que no aparenta su edad porque es de un signo astronómico muy vivaz, un géminis con la mente abierta nunca es lo que parece. Ha notado que lo que estudió sobre astrología le permitió entenderse a sí misma. Y una vez que se empezó a entender, necesitó comprender al otro. Es ahí donde entran las redes sociales a nuestra conversación. Le permiten estudiar a los astrólogos. Y selecciona de cada uno de ellos lo que le interesa, aprendió a descargar información, a grabar aquello que resulta de su interés. Eso sin mostrarse ella, sin exhibirse. Prefiere usar las redes como medio de acceder a la información y no como exposición propia.

En el año 2007 fue a ver a su hijo a Moscú. Recién empezaba todo el fenómeno de la tecnología celular más accesible. Ahí su hijo le creó un correo y trajo a su regreso a Cuba un teléfono de “teclitas”. Y se las empezó a arreglar con él, le fue muy beneficioso psicológicamente por la relación con su hijo, se sintió más cerca. Su mente empezó a mejorar y se sintió más motivada. Ya luego con el paso de los años y la llegada del internet se percató de toda la información a la que podía tener acceso, sobre todo la relacionada con su pasión por la astrología.

Respecto al tiempo de uso se está disciplinando a no usarlo todos los días, porque no quiere que las redes la usen a ella. Quiere mantenerse en el plano de que usa este instrumento porque le es útil. Pero no se quiere enviciar, no quiere ser esa persona que nada más está mirando el chisme de la vida de los artistas, se puede un ratico, y casi siempre sale el que le interesa, pero todo con medida. También sabe poner límites a compartir su información personal en las redes, sabe que hay estafas en línea, empresas que venden información sobre los usuarios y eso no le agrada. Entonces como bien dice: “Yo en las redes escojo lo que me interesa y con el resto, procuro no enredarme”.

 

Joaquin

Joaquín vive con su esposa. Desde hace unos años tiene la rutina mañanera de sentarse a revisar en la computadora lo que le interese. Con la llegada del internet y del Nauta Hogar, esa rutina se modificó y pasa ese rato navegando por internet y, por ende, utilizando las redes sociales. A su esposa no le gusta mucho el mundo de las tecnologías, prefiere las largas conversaciones por el teléfono fijo, pero él se esfuerza en tratar de enseñarle y no ceja en el empeño de que ella haga uso de estas tecnologías también para buscar temas de su interés, como los relacionados con la cultura, que le encantan.

A sus 75 años, no solo se sienta y navega por internet, ha descubierto que disfruta intercambiar con otras personas, ver lo que la gente escribe, le parece muy libre y democrático. El simple hecho que puede reaccionar a lo que otros comparten y que los demás pueden escribir lo que desean y él reaccionar ante lo que más le gusta le resulta fascinante.

Gracias al manejo previo que tenía de la computadora, cuando hay algo que no sabe trata de solucionarlo por su cuenta. Sabe que, usando YouTube, puede encontrar muchas soluciones a esas trabas que aparecen en el camino. Con Facebook le ocurre similar, accede a contenidos que le son de mucha utilidad, además del intercambio que se genera en la comunidad.

El reto viene siendo en mantener el justo equilibrio para dedicarle el tiempo necesario a las redes sociales, porque no quiere que estas dominen su tiempo. En el Centro Loyola se siente bien, en las clases no es que haya aprendido a usar las redes sociales, pero sí muchas cuestiones y recomendaciones que el profesor hace le son de gran provecho.

Compartir vivencias y recursos a través de sus publicaciones o intercambios por WhatsApp, el poder establecer conexión a través de Facebook con personas que están en lugares distantes y hasta poder compartir por esa vía con los que se encuentran cerca es algo que le place muchísimo. Incluso escribir o reaccionar ante publicaciones de personas que nunca ha visto en su vida. Le maravilla que aún sin conocerse de frente logran establecer vínculos y lazos, es esa magia lo que le gusta.

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