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Yileivys Cruz Suárez y Ángela Laksmi

Coordinadoras del proyecto Matanzas siempre me curas

Por: Elaine Acosta

En la presentación del proyecto en redes sociales anunciaron que desde hacía tiempo soñaban con tener un proyecto de cuidados para personas ancianas y vulnerables de la ciudad de Matanzas. ¿Cómo surge entonces el proyecto MATANZAS SIEMPRE ME CURAS? ¿Desde dónde se crea, cómo lo hicieron? Me puedes comentar específicamente, ¿Cuáles son las necesidades, problemas y demandas que identificaron para dar surgimiento a este proyecto? 

El proyecto colectivo de cuidados a personas ancianas y vulnerables fue iniciado por la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de nuestra ciudad el 16 de julio de este año 2021, aunque llevábamos más de unas semanas preparándonos.

Tal como dijimos en la publicación de lanzamiento en Facebook, desde hace mucho tiempo soñábamos con un proyecto de cuidados a las personas ancianas de la comunidad. Sin embargo, estábamos esperando equipar la cocina de la iglesia y encontrar algunos apoyos de financiamiento para comenzar, de modo sostenido y más extendido. El proyecto pretende además tener muy presentes a aquellos que son LGBTIQ+ y que envejecen en soledad, a menudo sin descendencia o abandonades, a pesar de que se hayan ocupado de cuidar a sus padres u otres familiares. 

Cuando la situación del coronavirus se vuelve crítica en la provincia y colapsan los servicios de salud, agudizándose la precariedad de todo tipo, sentimos que era momento de actuar, aunque no tuviéramos dinero o un lugar donde cocinar. Nos pusimos creativas y nació rápidamente la idea de implementar cocinas en las casas, acompañadas de personas para repartir los alimentos y hacer los levantamientos de otras necesidades de medicamentos, aseo, hacer mandados, etc.

La pastora Elaine Saralegui contactó a miembros de la iglesia y amigas que pudieran interesarse en una iniciativa como ésta, que no es ajena a los servicios que brindan las iglesias. Creamos el grupo Matanzas siempre me curas en WhatsApp y por bola de nieve se fueron sumando personas. Ahí estamos personas de nuestra iglesia, de la Primera Iglesia Bautista de Matanzas y del Movimiento Estudiantil Cristiano de Cuba. No solo hay personas cristianas, sino también personas que practican otra religión o que no profesan ninguna religión. El equipo aúna la fuerza de muchos corazones centrados en cuidar. Contábamos con obtener ayuda a partir de la convocatoria en las redes sociales, y así ha sido hasta ahora.

Lo primero que se hizo rápidamente fue un levantamiento de información en conjunto con personal de enfermería de las zonas, y con presidentxs de CDR. En ese primer momento conformamos un listado de les ancianes más vulnerables, que estaban pasando el Covid en casa o estuvieran convalecientes por el mismo, que padecieran otras enfermedades, siempre priorizando a quienes no eran atendides por familiares o vivían en condiciones complejas de vulnerabilidad.

¿Cuáles son los propósitos y el alcance del proyecto? 

En un contexto de tanta precariedad y desigualdades en el acceso de los productos de primera necesidad, hay muchas personas necesitadas de algún tipo de asistencia. Así que es un trabajo difícil decidir a quiénes apoyar, de qué modos, o por cuánto tiempo. Es difícil, pero es un análisis crucial y permanente en el proyecto.

Priorizamos a las personas más desprotegidas y con situaciones de salud complejas, además de les enfermxs de Covid o post Covid, que sufrían de otras enfermedades que no les permitían valerse por sus propios medios y que no reciben otra ayuda.

Comenzamos con cuatro casa-cocina, tres en el centro de la ciudad y otra en Pueblo Nuevo, beneficiando a poco más de 32 personas próximas a ellas. Cocinamos en días alternos y cada casa-cocina arma su menú con lo que tenemos, lo que donan, y lo que les donan. Luego se sumó otra casa-cocina en la localidad del parque René Fragas, y ahora cocinamos para 33 personas aproximadamente.

Definir el número de personas beneficiadas con alimentos elaborados es un poco complejo, porque fluctúa. Hay personas que tienen quien les atienda al menos durante algunas horas del día y necesitan alimentos elaborados solo durante unas semanas o días porque están en una situación delicada de salud. Cuando la rebasan, seguimos en contacto y pasamos a acompañar a otra persona de mayor vulnerabilidad.

Estimar el número de personas beneficiadas con alimentos sin elaborar y de personas que reciben medicamentos u otras ayudas, se va haciendo imposible. Los días del colectivo transcurren entre búsqueda y entrega de medicamentos, ya sean de los que llegan a partir de la solidaridad de cubanes que están enviando desde fuera del país y que obtenemos a partir de Mabel Cuesta o el teatro El Portazo, o que vamos donando nosotres desde nuestras casas. Es un trabajo que va más allá de les ancianes, e incluso de la ciudad. Hay personas de otros municipios que han logrado venir hasta aquí para obtener algún medicamento. También encontramos pedidos de ayuda en las redes sociales y los atendemos. Es una gran red de solidaridad.

Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Matanzas

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*Foto tomada de la página de Facebook de Matanzas siempre me curas

Los alimentos sin elaborar conforman otra arista que se extiende más allá de les ancianes. A través de les repartidorxs, de amigues, de familiares, de gente del proyecto y de fuera, vamos conociendo de personas con condiciones específicas de salud o situaciones de pobreza. Hemos ayudado familias con dos o más niñes que no tienen alimentos, también a personas que por un tratamiento relacionado con el cáncer, por ejemplo, necesitan una dieta de malanga guaguí que a veces no se encuentra, o que cuesta 40 pesos la libra cuando aparece. Hemos apoyado a personas con discapacidad que tienen limitaciones para recorrer la ciudad haciendo colas… hay incontables ejemplos.

En ese sentido, les repartidorxs trabajan a cualquier hora, van hasta las casas de les ancianes que reciben alimentos, pero también a la de cualquier otra persona que necesita medicamentos o insumos que podemos encontrar. Cuando les repartidorxs llegan a las personas más vulnerables hacen un levantamiento de necesidades y ayudamos en lo que podemos. Hemos encontrado a una anciana encamada que se pasa el día orinada porque no tiene una sonda, o un anciano con la sonda en mal estado y sin higiene, o una anciana que cuida sola a su hija de 50 años que está encamada y no tiene culeros desechables para que no se orine en la cama. Ahí comenzamos a buscar entre nuestros contactos las sondas y el personal de salud que pueda ir a ponérselas, o los culeros desechables, el jabón y el detergente que se necesita para lavar las sábanas y la ropa de esas personas, o la crema para aliviar las escaras…son demasiados ejemplos cotidianos.

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*Fotos tomada de la página de Facebook de IPS Cuba

La sede de la iglesia y la casa de la pastora Elaine son los centros de operaciones. Allí se recepcionan las donaciones alimentos, de dinero, se administran los recursos, se envían a las casas-cocina, se recogen las necesidades para realizar compras, se atiende al teléfono constantemente. En ambos lugares recibimos pedidos de medicamentos y se realizan las entregas. Es un trabajo sin horarios, es a tiempo completo, sobre todo cuando recibimos donaciones de medicamentos.

¿Trabajan con algún enfoque o metodología específica?

Seguramente este proyecto es el resultado de la gente que lo conforma, sobre todo de la gente que lo creó. Decíamos que los servicios de asistencia social no son ajenos a las iglesias como como ética de la fe cristiana misma. Pensamos en los cuidados como fundamentales en la vida de todas las personas, de las sociedades.

Probablemente el bagaje teórico venga luego, a la hora de sistematizar, de escribir proyectos para buscar financiamientos, de organizarnos para funcionar a largo plazo, pero en los inicios no ha habido tiempo para disquisiciones teóricas, sino que fuimos con lo que somos, con lo que sabemos, a resolver problemas.

Entiendo que colaboran con otras organizaciones de la sociedad civil. ¿Cuáles, en qué consiste la colaboración, como se tejen esas alianzas?

No se nos ocurre otro momento en que se haya articulado la sociedad civil a esta magnitud. A nivel más local trabajamos en alianza con el grupo de teatro El Portazo, que está haciendo un trabajo descomunal, pero a su vez, tanto elles como nosotres estamos recibiendo apoyo de colectivos recién creados en La Habana, que recogen donaciones de todo tipo y las han hecho llegar, algunos con reconocimiento legal, como el Centro Memorial Martin Luther King, y de cubanes que viven en otros países y están inmersos en un trabajo, de nuevo descomunal, para gestionar y enviar insumos al país.

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*Fotos tomada de la página de Facebook de IPS Cuba

A veces, cuando tengo una medicina en la mano lista para repartir, pienso de qué tan lejos viene, España, EUA…qué corazones los compraron, qué manos lo tocaron antes que las mías con la esperanza de ayudar. Cuando cocinamos una comida pienso en cada componente, en el pollo que compró alguien desde Estados Unidos, en la malanga que trajo el equipo de La Habana de conjunto con un emprendimiento generoso de viandas y vegetales y otro de taxis, en el puré de tomate que donó una familia a la que ayudamos con medicamentos, el aguacate que nos dio una anciana que vive en críticas condiciones y ayudamos con alimentos sin elaborar. Son cuidados que vencen fronteras y las limitaciones. Es conmovedor.

Las alianzas se tejen a partir de la necesidad de resolver los problemas, la gente ve lo que nosotres hacemos y si tiene algo que nos sirva nos lo ofrece o lo busca, ahí se crea un vínculo inmediato. Nosotres vemos lo que hacen otres y hacemos lo mismo. En un contexto de tanta polarización respecto a temas políticos, nos centramos en lo que tenemos en común, no se hacen distinciones de ningún tipo entre las personas y colectivos que envían ayudas, ni las que trabajan directamente en el proyecto. Hay un deseo de ayudar que compartimos, que es lo más importante.

En cuanto a la situación de los cuidados y los derechos de las personas mayores y la población vulnerable en Cuba. ¿Cómo ves el panorama general de la atención a las personas mayores y los cuidadores?

Esta pandemia acompañada de la crisis económica que tiene nuestro país y que todos conocemos, ha puesto bajo los focos los problemas de la estructura estatal a todos los niveles. La subida de los precios de los alimentos, medicamentos y servicios básicos como el agua, la electricidad y la canasta básica, acompañado además del cambio de moneda hacen que al final de mes sus pensiones no les alcancen para mucho, ni siquiera para alimentarse dignamente. Otres ni siquiera tienen familias, ni pensión ni trabajadorxs sociales que les atiendan.

Se dice que hay muchas personas viviendo largas vidas, pero no creemos que haya un sistema funcional para asegurar la calidad de vida en estos momentos. No parece que la situación de les cuidadorxs sea comprendida en su totalidad, ni atendida.

¿Cuáles consideras que son las principales áreas y grupos dentro de las personas mayores en los que existen mayores vulneraciones de derechos?

En nuestra opinión se trata de les ancianes que no tienen familiares o redes que les cuiden, muches tienen a sus familiares viviendo en el exterior y les pueden enviar dinero por las vías que tengan implementadas, pero a menudo el dinero no basta para acceder a los productos, hay que hacer largas colas que muches no pueden ni soñar hacer.

En esta situación les ancianes son muy vulnerables si tenemos en cuenta que suelen precisar atención de salud de algún tipo y ahora el personal médico y los centros de salud están volcados a la atención al coronavirus, quedando relegada la atención de otros padecimientos. Hemos encontrado a unas cuantas personas soportando dolor y limitaciones físicas porque tienen una cirugía pendiente desde hace meses y están sin medicamentos.

¿Cuál es tu valoración sobre el rol de la sociedad civil en estos desafíos?

El rol de la sociedad civil sería el de buscar soluciones o apoyos de cara a estos desafíos, pero fuera mucho más fácil y efectivo si hubiera más organizaciones con infraestructura y experiencia, y que no reprodujeran las lógicas burocráticas del gobierno. Finalmente que éste ojalá reconociera y apoyara todas las iniciativas, sin suspicacias.

¿Qué conoces sobre organizaciones, fundaciones, programas, experiencias comunitarias y activismo existente en Cuba sobre la atención a las personas mayores, servicios de cuidado y bienestar?

En las iglesias es común este tipo de trabajo. Desde las estructuras estatales sé que han concebido un sistema de atención. No he estudiado específicamente en qué consiste, pero me parece obvio que ahora mismo funciona bastante mal, supongo que debido a esta crisis que vivimos. Hay un doctor, Adolfo Valvuerdi, muy reconocido en la ciudad por sus programas para las personas mayores. A él quisiéramos llegar en un futuro no lejano para buscar asesoría. No conozco otros espacios.

¿Cuáles son las necesidades formativas y de conocimiento que existen desde estas organizaciones? ¿En qué se necesita con urgencia trabajar desde este ámbito?

Lo idóneo, según lo veo, es conocer las políticas implementadas respecto a las personas mayores y lograr armar proyectos que llenen vacíos o profundicen en ciertos aspectos. Lo ideal fuera que la sociedad civil pudiera ser reconocida y que se pudiera trabajar en colaboración. Por ejemplo, quizás el gobierno de la ciudad pudiera llevar hasta la puerta de la iglesia un grupo de alimentos a precios más bajos de modo mensual…etc.

Para finalizar, haciendo un ejercicio de prospectiva, me gustaría que comentaras sobre las áreas o iniciativas en las que podemos colaborar con ustedes desde Cuido60 y de qué manera.

Este proyecto, tal como se estaba implementando, no era sostenible por mucho tiempo. En realidad, cuando lo pensamos sabíamos que era así, pero también sabíamos que respondíamos a una urgencia en medio de un país donde cualquier cosa puede cambiar de la noche a la mañana, donde todo es muy inestable, así que hicimos lo que mejor pudimos, lo estamos haciendo.

En algún punto las voluntarias de las casas-cocinas comenzarán a trabajar, la vida recuperará sus dinámicas cotidianas, y para ese momento quisiéramos tener equipada la cocina de la iglesia. Pensamos implementar un proyecto similar, pero cocinando en la iglesia, y con personas encargadas y voluntarias organizadas de modo tal que se funcione sin los sobresaltos, sin tantas novedades e incertidumbres, evitando el cansancio que ya vamos acumulando en el equipo.

Por suerte, a partir de la gestión inicial de Mabel Cuesta se ha conformado un grupo de personas que ya se organizaron para comprar combos de alimentos desde el exterior de modo quincenal para que el proyecto siga funcionando. Son personas que han mostrado mucho compromiso.

Para funcionar a largo plazo necesitamos estudiar, escribir proyectos, sistematizar nuestra experiencia, hacer alianzas, conocer a cuáles agencias pudiéramos pedirle apoyos, y para eso sería muy bueno que pudieran ayudarnos, con bibliografía que podamos consultar, con asesorías en amplio sentido. Desde ya agradecemos su interés y el apoyo.

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